José Mujica fue Presidente de Uruguay entre el 2010 al 2015, de una reciedumbre moral incuestionable es la mejor que pueden imitar los políticos de América Latina para que los Estados no colapsen por culpa de la corrupción y las ambiciones que los aquejan.
Mujica no se enriqueció con los bienes del Estado, no colocó a su familia en ningún puesto público y su gestión es un gran ejemplo para que los que gustan de discursear, pero no hacer nada, porque como dice el refrán del dicho al hecho hay un largo trecho.
Siendo José Mujica de una fuerte ideología marxista ya que fue dirigente del otrora Movimiento de Liberación Nacional, Los Tupamaros, éste nunca trató de imponer su pensamiento por encima de los intereses del país.
Nunca anduvo en vehículos de lujo y mucho menos cambió de residencia, quedándose a vivir en su humilde casa junto a su esposa que a la vez era senadora de la República de Uruguay, sin hacer alarde de poder.
Mucha gente de izquierda alaba grandemente a Mujica, pero no lo imitan.
Muchos políticos y presidentes de América Latina lo admiran y lo alaban, pero no lo imitan.
Eso significa que la doble moral campea dentro de los fueros de la política americana sin que se lleve a la práctica una realidad de gobernar dentro de la democracia, pero con beneficios para todos.
Lo que tenemos en América Latina son izquierdistas de falacia, llegan al poder mediante el voto popular y luego trastruecan el sistema para quedarse ellos de por vida, pasándole la aplanadora a todos los demás.
Las falacias de izquierda las tenemos desde Cuba hasta Nicaragua, o desde Venezuela a Bolivia, eso no es izquierdismo eso es oportunismo y ambición política al más alto nivel.
Esos falsos revolucionarios que desgobiernan esos países haciéndoles daño a sus pueblos mediante la represión, crímenes y apresamientos sólo por estar en desacuerdo con sus desgobiernos, deberían imitar a José Mujica.
Este ex presidente sigue siendo un gran ejemplo para su país y el mundo.
Los políticos de derecha también deberían copiar de Mujica quien es monumento a la dignidad de las prácticas políticas en América Latina.
Un pupilo del propio José Mujica acaba de ganar las elecciones en Uruguay un país que se gobierna sin sobresaltos y con sólo llevar la constitución y las leyes todo funciona a cabalidad.
Por tanto, la izquierda como la derecha no sólo deberían admirar a Mujica sino imitarlo para el bien de la democracia en nuestro continente.